Está a caballo entre el Antiguo Régimen y el mundo liberal. Se instala, pues, en una época tremendamente agitada: compartió escenario con las guerras que en el siglo XVIII libraron las monarquías europeas por la hegemonía, con el nacimiento de Estados Unidos y con la Revolución Francesa y las guerras napoleónicas.
Políticamente el arte neoclásico se alinea con las fuerzas del cambio que destruyeron el Antiguo Régimen. Eso se puede afirmar porque, a pesar de su carácter racionalista y frío, fue el arte adoptado por las muy románticas y fogosas revoluciones americana y francesa.
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